Nuevamente veo una gran llama que he llegado a reconocer como el Corazón de Dios Padre. Dice:

“La repartición de todas las gracias lo dicta Mi Santa y Divina Voluntad. Mi Voluntad interactúa con la disposición del corazón del hombre. Toda gracia conduce al alma al Cielo y más cerca de su santificación.”

“Algunas veces, las mejores gracias se disfrazan de cruces. El paso del tiempo da como fruto el entendimiento del propósito de cada gracia. Muy a menudo, las almas piden gracias que Yo no concedo porque serían perjudiciales para su salvación. Para que la libre voluntad entienda todo esto, es necesario una comprensión más profunda de Mi Divina Voluntad.”