“Hijos, quiero implantar en cada corazón el deseo de ser santos. En la actualidad, la gente tiene muchas ambiciones en sus corazones; la mayoría de ellas son ambiciones egoístas en aras de una existencia confortable en el mundo. Las personas no aceptan en sus corazones que su existencia terrenal es pasajera. La meta del corazón debe ser la santidad y así ganar méritos en el más allá.”

“Construyan un tesoro celestial con sus esfuerzos en la oración y el sacrificio, por medio del desinterés propio y, lo más importante, a través del Amor Santo. Esta ‘cuenta bancaria celestial’ es lo único que los acompañará a la otra vida. No dejen que las pasiones del corazón sean ambiciones mundanas, sino santas. Si hacen esto, todo estará claro, no desperdiciarán el valioso tiempo en preocupaciones, resentimientos, ni en cualquier inquietud centrada en su bienestar terrenal. La caridad y la confianza los llevará a la otra vida que Yo compartiré con ustedes.”