Perfecciónense en la santidad

"En el momento presente, santifiquen sus esfuerzos viviendo en la verdad. La realidad de sus esfuerzos para ser santos es el reconocimiento más importante en su viaje espiritual"
25 de Abril del 2021 – Nuevamente veo una gran llama que he llegado a reconocer como el Corazón de Dios Padre. Dice:

Dios Padre - Amor Santo - Holy Love“Mi llamado sigue dirigiéndose a cada individuo; a cada corazón. Perfecciónense en la santidad. Si cada uno lo hiciera, no existiría la deshonestidad ni la corrupción, tal como está presente actualmente en la política. Las almas examinarían con honestidad sus corazones todas las noches para encontrar algún pecado o error en el que hayan caído durante el día. Siendo honestas, no podrían justificarse y dejar que estos pecados pasen desapercibidos; querrían lo mejor para los demás, no nada más para sí mismas. Esta debería ser la regla de todos en la vida pública y, de hecho, de cada alma.”

“En el momento presente, santifiquen sus esfuerzos viviendo en la verdad. La realidad de sus esfuerzos para ser santos es el reconocimiento más importante en su viaje espiritual. Hay algunos a quienes no les interesa la santidad personal; solamente la ganancia terrenal. Estos son los que caen en su perdición; son los no creyentes por los que les pido oración y sacrificios. Estas almas constituyen la mayoría de la población del mundo. Luego están los muchos que han abrazado el error como una religión.”

“Ahora comprenden la razón por la cual Mi Corazón Paternal y el Corazón de Mi Hijo están desolados.”

Lean Filipenses 2:14-15 – Procedan en todo sin murmuraciones ni discusiones: así serán irreprochables y puros, hijos de Dios sin mancha, en medio de una generación extraviada y pervertida, dentro de la cual ustedes brillan como haces de luz en el mundo…
Efesios 4:11-16 – Él comunicó a unos el don de ser apóstoles, a otros profetas, a otros predicadores del Evangelio, a otros pastores o maestros. Así organizó a los santos para la obra del ministerio, en orden a la edificación del Cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, al estado de hombre perfecto y a la madurez que corresponde a la plenitud de Cristo. Así dejaremos de ser niños, sacudidos por las olas y arrastrados por el viento de cualquier doctrina, a merced de la malicia de los hombres y de su astucia para enseñar el error. Por el contrario, viviendo en la verdad y en el amor, crezcamos plenamente, unidos a Cristo. Él es la Cabeza, y de él, todo el Cuerpo recibe unidad y cohesión, gracias a los ligamentos que lo vivifican y a la actividad propia de cada uno de los miembros. Así el Cuerpo crece y se edifica en el amor.
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