“El espíritu que está destruyendo a las almas y al alma del mundo es el espíritu de la ambición egoísta. El alma que solo se preocupa por lo que la va a beneficiar a ella es responsable de guerras, tiranía y de toda política desordenada. Lo llamo ‘espíritu’ porque arruina el viaje del alma a la santidad y, muchas veces, arruina la santidad de muchos que se influenciaron a su alrededor.”

“El curso de la historia humana pone esto de manifiesto. Cada dictador malvado ha sido siervo de este espíritu. Cada gobierno desordenado es producto de esta ambición. Muchos gobiernos que tienen temor de Dios están bajo ataque por este espíritu, incluso mientras les hablo hoy. Este mismo espíritu es la causa del incremento del abuso de drogas, de la disolución de la unión familiar y de la popularidad del aborto.”

“Liberar al corazón del mundo de este espíritu solo puede lograrse por medio de un esfuerzo consciente por renunciar al yo y por vivir en la búsqueda del bienestar de los demás. Hasta que esto se vuelva una prioridad, tanto en la vida pública como en la privada, el mundo sufrirá los malos frutos de buscar el amor propio desordenado.”