“La conversión consiste en poner a Jesús en primer lugar en sus corazones y así, también, a Mí, su Papá Dios. Esto necesita ser una actitud continua; una actitud que se procure en cada momento presente. Es una rendición del libre albedrío a Mi Divina Voluntad. Al hacerlo, el alma me pone a Mí y a Mis mandamientos en primer lugar en su vida. Se hace cada vez más consciente de sus propias debilidades y está al pendiente de cualquier pecado u ocasión de pecado en su corazón. Un alma convertida vive en la Verdad.”
“La auténtica conversión solamente termina cuando el alma alcanza la vida eterna, en donde le espera la recompensa por sus esfuerzos. El alma convertida nunca está satisfecha del lugar en el que se encuentra espiritualmente, sino que siempre está buscando nuevas maneras de agradarme. Para un alma así, la muerte es meramente una transición; una realización de los frutos de sus esfuerzos.”