“Recuerden que el Día del Señor es para santificarlo. Este es Mi Tercer Mandamiento. Esta ley ordena que los domingos, el alma no participará en ninguna actividad o trabajo innecesario. ‘Innecesario’ describe el trabajo que puede esperar hasta otro día. El alma no debe participar en ninguna actividad que invite a los demás a trabajar en el Día del Señor. Debe observarse como un día de descanso a imitación de Mi día de descanso en el séptimo día, cuando me ocupé de la creación del mundo.”
“La actividad que es necesaria sería el cuidado al enfermo o al discapacitado, facilitar comida al necesitado, rescatar a los que están en extrema necesidad o prestar asistencia a los que tienen necesidades de tipo mental, física o emocional. El Día del Señor tiene que entregarse a la espiritualidad que se nutre en el corazón que me ama y me alaba.”