“Piensen en la gloria de una conversión de corazón. En un momento, el alma es lanzada sin dirección o propósito como hoja al viento. Al cabo de un instante, el alma conoce a Jesús y se llena del fuego del Espíritu Santo. El alma es llevada a la riqueza de Mi gracia; comprende los grandes misterios de la fe y acepta su pequeñez ante Mí. Se llena con el deseo de conocerme mejor y amarme. Ama a su prójimo; respeta y desea obedecer Mis mandamientos. Su vida tiene sentido más allá del mundo material.”
“Por esta razón los exhorto a que recen sus Rosarios pidiendo por la conversión del corazón del mundo. Piensen en la gran armonía que traería una conversión así. Las personas vivirían para agradarme a Mí, no nada más a sí mismas. Mis mandamientos tendrían valor ante los tribunales, pues el sistema judicial conocería la diferencia entre el bien y el mal basándose en Mis mandamientos. Se restauraría el orden entre el bien y el mal en todo el mundo. Así sucederá cuando Mi Hijo regrese. Recen todos los días pidiendo la conversión del corazón del mundo.”