“Hijos, no agraven sus problemas al tratar de juzgar las intenciones de las acciones de las otras personas. Esto no es discernimiento y, con mucha frecuencia, raya en el juicio precipitado. El juicio precipitado es un pecado, sobre todo si se expresa abiertamente a los demás. Esto sucede muy a menudo cuando las personas confían de más en su don de discernimiento. Déjenme a Mí ser el juez.”