Martes de la Octava de Pascua
Nuevamente veo una gran llama que he llegado a reconocer como el Corazón de Dios Padre. Dice:
“Una vez más vengo para hablarle al corazón de la humanidad. Cada alma madura espiritualmente de acuerdo a su libre albedrío. Algunos se benefician de sus errores, se arrepienten y se corrigen. A otros no les interesa agradarme a Mí. Se van alejando cada vez más del bien común. Me refiero a los que son egocéntricos, que buscan solamente agradarse a sí mismos. No examinan sus conciencias con miras a mejorar espiritualmente.”
“Cada alma es juzgada por el mérito del Amor Santo en el corazón al dar su último aliento. ¿Qué tanto me ama? ¿Qué tan profundo es su amor por el prójimo? ¿Ama a su prójimo como a sí misma? Esta pandemia es una prueba insólita de esta máxima. Cada alma puede crecer espiritualmente durante esta crisis –o durante cualquier crisis– o alejarse de Mí si depende únicamente de los esfuerzos humanos. Aprendan de esto y confíen en Mi Provisión.”
Lucas 11:10-13
Porque el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abrirá. ¿Hay algún padre entre ustedes que dé a su hijo una serpiente cuando le pide un pescado? ¿Y si le pide un huevo, le dará un escorpión? Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a aquellos que se lo pidan!